Blog de Alexis Baila-UNMSM 2010







lunes, 16 de marzo de 2015

Aquisito no más

Para mis verdaderos e inmortales amigos
Los quiero


Hasta un nuevo hasta pronto entrañables amigos Emprendo mi viaje por allá donde encuentre esperanza en ese lugar donde sane mi espíritu y mi cuerpo a la mar a la mar se fue por manzanas al andar al andar se volvió carpintero siempre quiso ser jardinero más allá más allá aquisito no más se volvió artesano cerquita no más está no crean que no nos volvimos a ver ahí nos volvimos a encontrar en el camino que siempre conocimos Sí, aquisito no más era . . . descifraron los pasos? el camino? Sabes bien que lo haríamos !Aquisito no más! entonces fueron los de nunca entonces fueron los de siempre.

16/03/2015

jueves, 13 de noviembre de 2014

13-11-14

¿Cómo poder temerte?
Si me llamas como una amiga
si me tomas la mano como adivina, aquella, que ha logrado leer mi alma

¿Cómo poder temerte?
Si te he llamado desde niño
y hoy que te haces presente no puedo cerrarte la puerta

¿Cómo poder olvidarte?
Si nadie se olvida de ti
todos saben que eres la única que no tiene solución
pero podemos distraernos un rato de tu rostro

¿Y cómo poder temerte?
Si sé que yo no he de morir nunca
si sé que veré la revolución
al hombre vivir en la luna
a mi hermano terminar la facultad
a mis amigos crear un nuevo paradigma
a mi pueblo crear la nación
a mi amiga leerme la mano
a mi misma amiga vuelta en esposa
a mi amor que nunca conocí
a mis padres, a los ojos de mis padres, que me ven hecho esperanza

Sé que siempre te busqué
que te evoqué noches enteras, alucinaciones eternas
que te rememoraba en cada palabra y en cada acción romántica
Solo quiero decirte, retamita
vuelva más tarde
en unos 30 años
en unos 10 libros escritos
en un par de hijos que amo y que ahora son tan mayores son tan fuertes que yo te diga:
¿Cómo he de temerte consentida?
Si nunca me olvidé de ti
solo que nos distrajimos de ambos unos 40 años.

viernes, 3 de enero de 2014

Los días serán nuevos días

Los días, ahora, serán terriblemente cotidianos. No solo los días, también  las horas, los meses, los recuerdos que poco a poco se volverán imperfectos y eternos. Fui un ser inconexo, tratando de eliminar las musarañas en mis zapatos. Quitando el polvo de las madrugadas nietzschanas, causadas por aquel líquido tan maravilloso que tanto detesto y amo, como me pasa con Lima, con el fuego, con las tonterías que escribo para poder soportar mi debilidad, mis vértigos, mis errores, epitafios pegados con alguna masa extraña en la cabecera de mi cama camarote.
Veo el techo y recuerdo las tejas que nos gustaban en la sierra: tejitas marrones y salpicadas de rayos solares, de brisa, de rocío y de todos los fenómenos atmosféricos que puedan convertir en hermosas toda construcción rústica. La noche parece valiente cuando te encuentras en los bolsillos mancuerdas capaz de derrotar al idiota que te habla de la utopía, sin embargo, creíste o creímos que seríamos para siempre. ¿Cuánto tiempo ha durado esta aventura? Meses, fueron más de trece, fueron muchas horas despojados de las ventanas, de los espejos, de las vendas, de las máscaras, de las mismas musarañas que se adherían al cuerpo cuando un beso sincero se posaba por todos los triángulos, cuadrados, círculos y lóbulos de nuestras piezas perfectas ante los ojos que se han quedado ciegos, desde esa parte del cuerpo interno de la anatomía, según lo descrito por Benedetti. “El amor es ciego y siempre estará acompañado por la locura”.
¿Qué recordaré? La alegría; el miedo que murió poco a poco; las risas que tuvimos ante la estupidez de tus amigos cuando especulaban sobre nosotros, lo admito, en mi caso fueron carcajadas, aunque más bien, creo que fue una reacción poco esperada a las palabras imbéciles, generalmente no le tomaba importancia, generalmente tengo una memoria selectiva y solo recuerdo cosas importantes, confesando, que siempre he tenido problemas con las fechas; la pasión; ser una mejor persona cada día a causa tuya; saber llevar una relación (no pensaba ser tan inexperto para eso); los días encerrados en una caja sin costo más que la entrega; las fechas que aprendí a recordar; las horas que debí ser puntual; los lentes nuevos; la ropa nueva; la lana desechada; la belleza y la sensualidad manifestada sin miedo ante la hipocresía; ante los comentarios sigilosos (de nuevo entre nosotros nos volvíamos a reír del mundo); reírse del mundo, creer en el mundo; sentir en el mundo; viajar en el mundo; aquella casa cruzada por un canal tiene entre sus paredes las destrezas de nuestras mentiras debido a una causa justa.
La vida hoy parece ser terrible a los veintitantos años, pero no es tan terrible, te volveré a encontrar, dibujaremos de nuevo aquellas tejas, aquel manicomio, aquella casa perdida entre los cerros, aquellos mangos y esos dulces lambayecanos. Dibujaremos y escribiremos otras nuevas consignas, frases, versos, errores, mentiras, canciones, refranes que ya nadie utiliza en el siglo XXI; pero juntos, juntos al fin y al cabo, juntos rodeados de nadie porque la gente que nos rodeaba hablaba solo de fracasos, pero no fue un fracaso, todo fue felicidad, fuimos felices a pesar que termino perdiendo lo bueno que tengo. Seremos felices cuando recordemos nuestras cosas, una sonrisa basta para suprimir el mundo. Tu sonrisa me volvía al mundo.
Al final, cuando estemos juntos de nuevo, quizá, yo cometa menos errores, tal vez, tú ya seas libre, es muy probable que no escribamos nada, porque de alguna forma, ya habremos madurado y solo nos dedicamos a tratar de desarrollarnos en las Ciencias Sociales. No importa, si terminamos juntos, no importa, al menos, tendremos la capacidad de escribir un epitafio, uno que sea nuestro.
La forma menos humana se queda sentada, ella se va con un te amo.
Los mosquitos del parque se quedan pegados en sus zapatos, sus pantalones negros, su camisa a cuadros. Ella se aleja. Otra persona más que se aleja. La forma se siente perdida, no puede extender sus manos. Todo está perdido, tan perdido como aquellos mosquitos que creen que las piernas de esta figura puede convertirse en un refugio. Se queda solo, ella se sigue disipando. Este es lugar del bosque que todo lo cura. Ella se pierde, cruza la pista, él la ve detenidamente. Ve un árbol, unos amantes, empieza a llover, recuerda un poema dedicado alguna vez en un viaje que terminó en mala poesía. Se va, nos vamos, hasta los mosquitos han desaparecido, llueve, y no comprende de donde sale tanta agua.

Aquí se quedan solo los fantasmas.

Ustedes pueden irse
Yo me quedo. 

jueves, 14 de noviembre de 2013

Epístola IV

Han pasado casi meses desde que encontré aquel rostro amigable. Fue de imprevisto y tan abrupto, como las ganas inconscientes de volver a verlo. Las palabras no bastan ahora que se han cruzado las miradas. Tampoco las respuestas y muchos menos los acertijos. Sinceramente, el hombre trata de empeñar su tiempo, su fuerza y su substancia, sí, precisamente su substancia, para encontrar lo que tiene al lado, lo que tiene en sí mismo. Es como ese libro que no ve, pero que ha estado en la familia desde hace años, escondido bajo el estante, perdido entre los muebles, susurrando cuando el televisor está encendido y dice que ama y pide que no finjas que amas. Está ahí y simulas no escucharlo. Exactamente: simulacros. Vivimos encontrando simulacros, creando y recreando simulacros, asimilando simulacros, aceptando simulacros, pero, aunque apague el televisor, lea el libro, intente descubrir que puedo amar, estamos condicionados. ¿Será porque solo somos libres en el caos? ¿Tal vez no he leído lo suficiente para responderme tantas preguntas?, es probable, o quizá, en estos momentos solo sirve mirar, leer, escuchar, ver, encontrar a aquellos que se han hecho las mismas preguntas, aquellos que han tenido los similares demonios y lograron canalizarlo en algo tan sencillo como universal. Vallejo lo logró con el siguiente verso:" Esos golpes sangrientos son las crepitaciones/ de algún pan que en la puerta del horno se nos quema". Sencillo y universal: el dolor, la frustración desde un pan, ese pan que los pobres tanto aprecian y que otros no saben comer. Lo logró una línea de Pollock, una frase de aquella milonga de Gardel…
El encuentro de los rostros no tienen más que descubrir que con ellos basta, deben aceptar que están condicionados, en esta: una modernidad líquida, y, por sobre todo, recurrir inevitablemente a los artistas. Lamentablemente, uno de los rostros es cristiano y el segundo, comunista. Ambos creen en la plenitud, ambos consideran que pueden lograr el paraíso en la tierra y, además, son capaces de negar a otros dioses. Nietzsche diría: "Dios ha muerto", ¿en qué momento lo niega? ¿Acaso aceptar que existe un solo dios y una sola ideología no es lo mismo?, es decir, se reemplaza a un dios por otro, y por último ¿por qué necesitamos de un dios? ¿No es cierto que la divinidad no es propia de uno solo sino se negaría así misma? Entonces ¿por qué creer en los dioses? Debemos aceptar que han muerto o matarlos. No debemos negarlos, sería un error. Me causa mucha gracia aquellos ateos que se empeñan en negar, acérrimamente, la no existencia de dios, es decir, no me peleo con el hombre bicentenario porque sé que no existe. Negar, significa, que inconscientemente se cree en él. Los rostros deben empezar aceptar que la ideología y la religión han servido para ocultar lo mágico, para espantar las emociones, para ocultar lo que verdaderamente es el hombre. Esas profundas formas de amar, sentir, estremecer, querer, vivir, existir. Los rostros deben volver aprender a amar en este mundo moderno, donde hasta amar, es propiedad de los frívolos; deben recuperar su sensualidad, para ser mortales en lo cotidiano, ser mortales; pero lo más importante: deben vivir como piensan y sienten, recuperar su libertad. Se debe negar también a ese otro dios llamado racionalidad. La vida debe ser una combinación de mito y realidad, aceptar la muerte de la religión, de la ideología, de la razón y crear otro tipo de lenguaje, otros símbolos, deconstuir el mundo. Volver al mundo poesía, combinar la ciencia y las humanidades en poesía. ¿Te imaginas conocer, sentir, afirmar y vivir en poesía? Puedes concebir un mundo ¿donde todo sea mito y realidad, donde todo sea poesía? Se me hace casi imposible imaginarlo, tal vez, es cierto, tengo algunos atisbos, algunos presentimientos, no tengo fe (tener fe significaría obtener un verdad revelada, los hombres no tenemos verdades reveladas ni por dios, ni por la ciencia, ni por Marx, mucho menos por Keynes). Los hombres tenemos poesía. 
Espero, que algún día, el segundo rostro deje de ser cartesiano y se vuelve un solo plano como el primer rostro. El primer rostro, tan solo por haber nacido, es la materialización de lo que el segundo no es. El primer rostro es película, solo necesita ser él. Es cierto, el segundo rostro, de alguna forma, en silencio, ama al primero; pero antes, ambos deben aprender a evitar venderse simulacros y se encuentren sin decir una sola palabra, porque, cuando dos personas se encuentran y no necesitan las palabras para estar álgida y eternamente felices mientras estén juntos, han aprendido a ser inseparables, donde no serán la media de algo, sino, el complemento perfecto. En fin, el clima es despiadado, el papel ya no alcanza y sigo pensando en formas insensatas. Estas líneas que hoy te escribo, aparecieron porque tenía la necesidad de contar algo que en mi cabeza ha devenido por la constante mirada que tengo del mundo desde sus extramuros. No recuerdo ya porque te escribo, más, siempre me ha quedado la sensación de haberte prometido escribirte cuatros cuentos y he tenido el ímpetu desesperado de cumplirlo, justo hoy, no sé porqué, puede ser, que de alguna forma, estas palabras deben llegar a esta hora, en este contexto, en esta noche.
Solo me queda decir algo, los rostros, cuando llegue el día que hayan vuelto al mundo poesía, cuando logren estar juntos sin decir una palabra, cuando hayan aprendido a ser sensuales, cuando hayan matado a los dioses, destruido el lenguaje, transformado alguna parte del mundo... cuando al fin se amen. Caminarán juntos en una trocha que se extinguirá a medida que avancen: él; con su terno de harapos, su sombrero, un ovillo con su ropa (siempre dispuesto para ir hacia cualquier parte) y su bastón, tomará la mano de ella que lleva un paraguas, es todo lo que tienen, y, juntos... caminarán hacia el horizonte.      

jueves, 17 de octubre de 2013

Motivación

¿Qué nos queda a los hombres para poder sobrellevar la realidad?: ¿La política, la ciencia, la estabilidad laboral, el dinero, la religión? ¿Y si quisiera saber la verdad?, ¿y si quisiera aproximarme mínimamente a ella? O tal vez (tan solo) quisiera sobrevivir.
No he descubierto mejor forma de responder tantas preguntas rondando en mi cabeza que escribiendo, no han descubierto mejor forma muchos hombres que el arte; pero ¿qué tipo de arte?, en mi caso no tengo otro medio que escribir algunos versos. Digo algunos versos porque acepto con vergüenza que han sido pocos y a la vez (desde mi débil y progresivo conocimiento de la literatura) considero que han sido profundos, al menos, los que me costaron un real viceralismo.

La poesía, como dicen algunos, no solo trata de recrear la vida sino que es la vida misma. Es como lo siento, es como trato de seguir mis días, es como he podido salvarme. Sé que no soy bueno, quizá nunca lo sea, quizá no me importe; pero ando buscando incesantemente cualquier momento donde pueda escuchar de ella, hablar de ella, poder palparla una vez en mi vida, sentirla mía y genere un verso tan sencillo como universal (es mi sueño y soy consciente que lo último me costará la total entrega). Otra parte de mí quisiera encontrar a alguien con autoridad que me diga que no sirvo para esto y así pisar tierra, más; sin embargo, quiero intentarlo.

martes, 7 de mayo de 2013

Algunas Palabras II

De alguna forma hoy andamos descalzos, tratando de recuperar aquellos zapatos que se fueron desintegrando cuando caminábamos juntos por la estepa. La noche que una vez descubrimos la alegría de soñar se ha perdido en los recovecos de nuestros locales. Recuerdo cuando me recibiste por primera vez, te tomaste el tiempo de chalar conmigo, yo te hablaba de estrategia y tú de esperanza. Yo te seguía comentando de mi viaje y tú de no pedir permiso. De alguna forma, desde aquel día, empezamos a recorrer el tiempo con amor y fuimos perdiendo los zapatos. Yo no sé si fue el mismo canto rodado roba sueños o la tierra en los pies que derrotaban las imágenes que idealizamos, sucedió, y aunque escribí algo totalmente distinto, por alguna razón, cada palabra similar a lo que acontecimos creías que hablaba de ti, como ahora, que tampoco lo hago, divago como si fuera la segunda parte de una noche lejana y sigo escribiendo cosas sin sentido. El final como siempre es la condena, tal vez suceda porque no he parado de leer a Julio desde que me enteré de una pérdida irreparable o tal vez de los repentinos pesares dirigidos hacia mis brazos que no me pertenecían, sino más bien, a la unidad de un proyecto que siempre escapa de los hombres. En fin: los viajes, las relaciones humanas, el mito, el recuerdo, todo ha sido profanado por la mirada terca que te convirtió en la persona favorita de aludir cuando siento que no debo hacerlo hacia nadie.
Para aquellos que perderán el tiempo en leer lo que acabo de escribir, debo confesarles que son recuerdos que se confunden en la madrugada, no tienen un destinatario más que a mí mismo: Una carta desgastada.

lunes, 6 de mayo de 2013

Algunas Palabras


Es curioso vernos distantes y tan prójimos, una vez creímos en la gloria del sueño, aquel que debe quedarse guardado ante el embate de la realidad. Creímos desmitificar todos los temores relacionados con los viajes y las propias relaciones humanas, no puedo creer mirarnos de frente con dueños y caminos paralelos, y a la vez dialécticos. Pero sucedió, sin poder preverlo y sin poder hacer nada, porque la realidad comenzaba a roer nuestras zapatillas llenas de canto rodado. No sé qué decirte cuando nos miramos de cerca, desconfiados y a oscuras. ¿Qué nos encontraremos algún día?, ¿que a pesar del tiempo seguiremos pidiendo licencia?, no solo sé, quisiera ser una epifanía andante para poder tomar las decisiones acertadas y convencerme totalmente que mi actual camino solo me llevará inevitablemente a mi primer amor, a mi primera pasión. Ahora solo espero, tranquilo, sin vislumbrar aquellos lóbregos cuarteles de invierno de nuestro querido Mario. Solo espero. En la curiosa canción que cantaba mi amigo Punquiaco, reseñaba desafinadamente - quiero creer a causa de la helada -  la historia de su mayor temor, anhelo y mayor decepción. Alguna vez tú también serás Punquiacista sino lo que te espera es olvidarte de ti mismo, al menos, ser punquiacista me ayuda a ser querido por aquellos que tengo cerca. Cuando nos olvidemos de nosotros mismos nos quedarán las palabras: ¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra! Querido Vallejo: sobrevivirá el recuerdo y nuestra imagen del mundo en desorden que quisimos transformar en base en la solidaridad. En nuestro anhelado rojo-cuadrado.